“Todos somos Ahmed”

Que las libertades y los derechos son limitados por la racionabilidad, lo sabemos todos. El problema es cuando son nuestros. A un intelectual ateo le podría indignar una burla a su falta de fe, mucho más que a un cristiano un desnudo de una santa. El problema es cuando un grupo está dispuesto a matar, y a morir, por la burla sistemática de sus creencias.

Está de moda aceptar que quienes atacan creencias gozan de una ilimitada libertad o el derecho irrestricto, y quienes las defienden tienen claras limitaciones para expresar su reclamo, es más, de inicio son considerados escasos de inteligencia, ajenos a la modernidad. La cultura occidental nos enseña que la forma de proteger el recuerdo de nuestros padres, la honra de nuestras esposas, es el juzgado y nunca la violencia, mucho menos el asesinato. El problema aparece cuando un juez afirma que lo más sagrado para una comunidad no merece la protección del Derecho. Eso es lo que sucedió en Francia. 

Y es que hay que ponderar libertades y derechos, que es posible publicar una caricatura de un personaje público haciendo escarnio de su inconducta cuando ésta tiene relevancia para la sociedad, pero ese mismo ámbito de libertad se estrecha si se trata de su vida privada, pues habría que demostrar la importancia de que los electores conozcan una faceta íntima del personaje.

Parecido es el aspecto religioso. Las creencias esenciales de la persona constituyen parte fundamental de su personalidad, la que se encuentra protegida por la Constitución Cultural, para las mayorías o para las minorías. Bienvenido el humor, pero no necesariamente el agravio sistemático y permanente, que puede provocar indignación y violencia. Vivir en civilización exige encontrar una solución apropiada, en cada caso, atendiendo a las particularidades de cada sociedad.

Por eso prefiero declarar Todos Somos Ahmed, porque al ser policía fue en auxilio de los trabajadores de una revista que se burlaba de las reglas sagradas de su fe, porque lo imagino despidiéndose esa mañana de su mujer para ir a trabajar con sus compañeros negros, árabes, latinos y blancos, porque ahora se pondrá de moda odiar al musulmán, al árabe, al diferente. Porque esa persona rematada sin piedad en la vereda, representa la civilización que quiero para mi hijo: libre, multicultural y basada en reglas jurídicas.

Muchos franceses votarán por un país blanco y libre de extranjeros, ¿recordarán que Napoleón nació en Córcega y que gritaron los goles de un tal Zinédine Yazid?

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