Un nuevo Presidente pero el mismo Congreso?

La nueva composición del Congreso determinará la posibilidad de hacer las modificaciones constitucionales y legales que necesita nuestro régimen político. La labor parlamentaria seguirá necesariamente la visión ideológica de la nueva mayoría. De allí la importancia de confeccionar las listas parlamentarias con personas con formación política definida.
En la presidenciales de 2016 solo triunfará solo un candidato. Pero el proceso electoral nos dejará esencialmente, cinco bancadas, que corresponderán a Fuerza Popular con fujimoristas de la antigua guardia y de nueva cosecha, Alianza Popular con militantes apristas y pepecistas, y un tercer grupo proveniente de las pequeñas coaliciones de izquierda marxista. A ellos se sumarán las individualidades que hayan reclutado PPK y Acuña, que solo lograrán mantener cierta cohesión si su caudillo logra ingresar a Palacio de Gobierno, de lo contrario, paulatinamente se desprenderán del rigor colectivo para negociar su asimilación a nuevos grupos parlamentarios, sin que importe su perspectiva doctrinaria ni pensamiento político.
Para lograr que el Estado garantice seguridad y bienestar a sus ciudadanos es necesario negociar consensos entre los principales líderes parlamentarios. Acuerdos que resistan el ataque de los grupos de interés, debates ordenados y votaciones disciplinadas. Ello requiere que existan pocos grupos, compuestos por políticos comprometidos con su organización, con capacidad de sostener en el tiempo las reformas necesarias.
Al no haberse logrado eliminar el voto preferencial, quienes no militan en un determinado partido político, con vocación de permanencia y propuesta programática garantizada, sentirán que la curul les pertenece y tratarán de obtener el mayor provecho individual de ella, prolongando así los peores defectos que tanto se han criticado durante los últimos diez años. Pero ahora estará muy claro que dicho efecto será consecuencia directa de nuestro voto.
Cada elector tendrá muy clara la posibilidad de respaldar su propia visión de país, de apoyar el esquema ideológico que quisiera enraizar, en la que será, la sociedad de sus hijos. Emitir un voto coherente con sus más preciadas creencias, descartando lo adjetivo en beneficio de lo sustantivo. Eligiendo congresistas que nos representen en realidad, no por propuestas de último momento ni calculados gestos de campaña.
El aporte histórico de los partidos políticos fue brindar al elector la posibilidad de evitar que los representantes elegidos quebraran los compromisos adquiridos con sus representados. El problema de nuestro actual Congreso es precisamente la inmensa mayoría de congresistas que actúan por cuenta propia. Votar por las listas de PPK y Acuña puede prolongar el defecto, al designar como representantes a individuos que no tardarán en separarse y formar nuevos grupos, por calculo e interés propio, no de sus electores.
Aún estamos a tiempo de tomar la decisión correcta, votar por quienes representarán nuestros intereses y tendencias.

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