Hugo Neira y los conservadores

Sus reciente reflexiones han puesto en la agenda académica el debate sobre la vigencia de los postulados esenciales de la derecha y de la izquierda en el Perú, lo que permite refrescar viejos catecismos y frases vacías.  Esbozo unas líneas aquí, en torno a la tarea pendiente de la derecha en el Perú.
El conservadurismo parte de la defensa de una verdadera ética del trabajo, que exalta el esfuerzo personal como instrumento para alcanzar, con la suma de virtudes individuales, el anhelado desarrollo de la sociedad. Pero ello requiere de electores de talante moderado, suspicaces con los cambios, pues constituyen clases medias con disfrute de propiedad inmueble y cierto estándar de satisfacción de necesidades básicas, lo que en nuestro país no se cumple. Aristóteles ya explicaba la relación entre la estabilidad política democrática y la necesidad del ciudadano de proteger sus bienes y estatus.
Neira observa que el ciudadano emergente es individualista y desconfía de las instituciones propias de una sociedad que, en realidad, le es ajena cuando no, adversa. Quiere ser propietario, pero no con la ayuda de un sistema financiero al que difícilmente puede acceder, ni registra su propiedad ya adquirida, y por eso no puede usarla para obtener capitales y acrecentar su negocio familiar. Desconfía además de un Estado que lejos de brindarle facilidades, lo amenaza tributariamente si crece económicamente.
Ese ciudadano posiblemente no entienda la lógica de la administración de justicia ni el juego democrático del Congreso, ni valores libertades que no aspira emplear. No termina de comprometerse con el sistema político. Por ello la escasa acogida a los políticos conservadores que predican fortalecer el estado de derecho e institucionalizar el país. Por el contrario, a través de generaciones ha aprendido a sobrevivir y a crecer en el caos, lo que explica que no se adhiera con facilidad a los programas moderados ni se identifique con candidatos que repiten los viejos textos de educación cívica escolar.
Los líderes políticos de tendencia conservadora deben dejar los gemelos de oro en el escritorio y remangarse la camisa para comenzar a relacionar los valores del emprendedor, que son admirables y sólidos, con la defensa de las libertades económicas, la exigencia de más seguridad y menos impuestos, y el reconocimiento del trabajo esforzado como verdadera expresión del amor de los padres hacia sus hijos.

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