Política y partidos políticos


Uno de los grandes problemas para mejorar nuestro régimen democrático representativo es la confusión que existe entre la lucha por el poder y la política. 

Lo primero existió siempre, en el interior de la tribu los más audaces cazadores competían por el liderazgo, la pugna por el posicionamiento de los nobles en la corte, la táctica desplegada por el gerente para llegar a ser cabeza de la empresa. Política en cambio, es una actividad relativamente reciente en la historia, consiste en la intermediación de intereses y tendencias existentes en la sociedad con el poder capaz de satisfacerlas. Para cumplir esa tarea, se ha de debatir, negociar y llegar a acuerdos. Es precisamente lo contrario a la imposición, a la obediencia ciega.

Los partidos políticos deben desarrollar esa tarea, el hacer política, para lograr que diversos grupos sociales confíen en canalizar con ellos, sus espectativas inmediatas. Al no lograrlo en el interior del país, se desconectaron de la dinámica de cada una las regiones. Los comités partidarios nunca lograron liderar una importante tendencia o un reclamo regional, sí lo hicieron personas que a la cabeza de movimientos nacidos de la coyuntura social o electoral, reemplazaron con facilidad a las tiendas tradicionales.

El tema es que no es sano que el país viva con dos sistemas paralelos. Uno partidario en Lima y poco mas, y el otro de los caciques regionales en casi todas las provincias. Los intentos de incorporar a los independientes a las nomenclaturas capitalinas han tenido escaso resultado. Y es que las reglas electorales, en la actualidad, incentiva a cualquier líder regional a participar de forma independiente en la medida en que, de afiliarse a un partido, tendría que someterse a una ley de partidos políticos que lo
expondría a elecciones internas en una comunidad ajena, entre otros innecesarios inconvenientes.

Una solución sería dificultar la formación de movimientos personales, para obligar a la participación electoral, por lo menos en lo que a elecciones regionales se refiere, a través de los partidos políticos nacionales. Los líderes de provincia tendrían que incorporarse a los rigores de la vida partidaria, lo que podría tener el interesante efecto de llevar a la política al interior de los partidos, despertándolos del sopor en el que se encuentran.      

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