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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Tu representante, el político

Si el objetivo de la política fuese obtener poder, entre los mejores políticos de la Historia se contaría al persa Jerjes que hizo azotar al desobediente mar, indignado porque las olas no le permitían cruzar el estrecho de Dardanelos e iniciar la invasión a Grecia. Su poder sobre su comunidad política era absoluto. En varios aspectos, el poder es antagónico a la política, que consiste en la actividad de intermediar intereses y tendencias para concretarlos en las esferas de decisión, vía debate, negociación y acuerdo. Cuando se ordena u obedece, desaparece la política. Supone el reconocimiento de las innumerables contradicciones entre los grupos que componen una sociedad, haciendo imposible que una persona o partido logre aspirar a representar a la totalidad de los intereses y tendencias que solo pueden lograr la convivencia pacífica por medio de la política. De allí se desprende la representación política, que supone la credibilidad de los electores de un representante, en funció

El Estado Gerontocrático

Si Tocqueville llegara a nuestras costas para conocer nuestra sociedad, se asombraría de que los jóvenes no asumieran una abierta postura revolucionaria contra un Estado anciano y ajeno, que ha venido tejiendo una telaraña legal contraria a los intereses naturales de la juventud, en férrea defensa de la gerontocracia. Hubiera advertido que la educación pública escolar no enseña habilidades suficientes como para garantizar al alumno una preparación que le conduzca a la universidad o la instrucción técnica, o tan solo para desempeñarse en un puesto de trabajo no especializado, ni siquiera para comprender a su propia sociedad en función a un pensamiento crítico sobre el complejo pasado histórico, el mestizaje como fuente de la identidad nacional. No hubiera tardado en averiguar la casi inexistencia de una educación técnica de calidad, al alcance de los inteligentes y hábiles no dispuestos a consumir muchos años entre libros y teorías. Claro, el Ancien Régime ignora la necesidad de té

Más Política y menos Combate

A finales de la República de Weimar, en la década del 30, los alemanes habían tomado por cierto la prédica de los extremistas. El comunismo y el nazismo se erigían como las únic as alternativas válidas frente al orden democrático defendido por los vilipendiados partidos de centro moderado: los social cristianos y los social demócratas, cuya imagen provocaba la desconfianza de los electores, más inclinados a optar por posturas fuertes, viriles y claras. Los ciudadanos dejaron de apoyar a los partidos que sustentaban el sistema, fue un rotundo triunfo de la noción Orden frente a la noción Libertad. Pero fueron los alemanes quienes terminaron con más de 20 millones de muertos, todas sus ciudades destruidas, sistemáticamente violadas sus mujeres y esclavizado medio país por la URSS. No es posible imaginar consecuencias peores.  El orden político europeo, concebido por auténticos líderes universales como Erasmo de Rotterdam y Jean Monnet y trabajosamente construido por personalidades como W